La violencia, delincuencia y la marginalidad están a la orden del día de los periódicos y la televisión, pintadas por el amarillismo que caracteriza a estos medios masivos, sin embargo, no todo es del color del filtro con el que nos lo muestran. Xilodrama es una tragedia llevada a escena con objetos y sombras, que refleja el submundo de los guetos, su marginalidad y sus costumbres, desde su visión particular. Entrevistamos a Pablo del Valle, autor y actor de la obra. -¿Cuando empezaste a trabajar en teatro de objetos?
-En la Escuela de titiriteros del Teatro San Martín, en la Materia dramaturgia que dictaba Mauricio Kartún, antes había visto algunas cosas del Periférico de Objetos o trabajos de compañeros de otras camadas en el festival de títeres para adultos, pero es en la materia de Kartún donde me copó con el lenguaje del teatro de objetos.
-¿Cuál es la esencia de Xilodrama?
-La esencia de Xilodrama la podemos encontrar en esos primeros ejercicios con Mauricio Kartún. Estaba en mi taller pensando en que iba a llevar y ahí estaba mi serrucho de costilla, yo siempre le ando encontrando caras a los objetos, así que con el serrucho y una cabeza de muñeca con la cuenca de los ojos vacía se me armó la primera imagen, una relación de fuerzas entre estos dos personajes, un tipo mounstroso, destructivo y un personaje femenino, de líneas orgánicas aparentemente bellas pero con algo siniestro. Después de ahí, fue construir un mundo y un interlocutor, y ahí apareció la carpintería y la herramientas de corte, y de alguna forma trate de que jugara la materia y su concepto de que para ser transformada, hay que intervenirla, trabajarla, destruirla. Xilo quiere decir madera en griego y lo de drama, un juego de palabras con psicodrama, biodrama... y en fin, la obra es un drama, tiene partes desopilantes, divertidas, pero es un drama.
-¿Por qué decidiste hacer una obra "tumbera"?
-La obra no es exactamente tumbera y tampoco fue una decisión si no que surgió partir de la dramaturgia de objetos. La cárcel prácticamente ni se la nombra. Sí mostramos un mundo marginal, con personajes que lamentable o indefectiblemente conviven, rozan o están totalmente embarrados en los destinos de caer presos o morir violentamente, a manos de la policía o por otro sujeto, o consumiendo drogas–veneno como la pasta base. Mostramos este mundo, que tranquilamente puede ser cualquier punto urbe de Latinoamérica, pero sin juzgar moralmente nada, sino solo mostrándolo... Esto es no negarlo, mostrar este mundo conocido y temido, rico en cultura, en imagen, historia y por qué no, en proyección. A mí, a veces, me gusta definirla como una obra ricotera.
-Si bien mucha gente sabe que la "tumba" es la cárcel no todo el mundo maneja los conceptos y guiños de las relaciones humanas dentro de los guetos, ¿cómo recibe el público esta información a través de la obra?
-Creo que el mundo de los guetos marginales es muy conocido por todos de alguna forma, ya sea vivencialmente o por ficciones, como las producciones de Trapero, Caetano, algunos programas de televisión, o las letras de la ya popular cumbia villera. Todo este contexto contribuyó a que este lunfardo marginal sea más conocido. Además están los medios, taladrando con la inseguridad, mostrando a esos guetos desde un lado moralizante, emitiendo juicios horrorizados, pero por otro lado también les dan manija, porque como bien sabemos, la inseguridad, la violencia y sus supuestas profilaxis son una industria pujante. Más de una vez después de una función se acercó alguien a decirme que se había identificado con la obra, que conocía a alguien como el Kuky o que vivía o vivió en un barrio así.
-¿Qué papel juegan los elementos, actor, objeto y sombra, dentro de la obra?
-En la edición de lenguajes, eso creo que es lo rico e inigualable de los títeres, la posibilidad que dan en construir sistema poético-metafórico. En esta obra juego mucho con eso, con el cambio de lenguajes, el ritmo. Es un unipersonal, así que me voy agarrando de estas herramientas a medida de lo que voy necesitando representar. En Xilodrama hay un interlocutor constante que es un carpintero dentro de su taller (el Pastilla), que tiene la necesidad de contar de cómo murió el Kuky, un delincuente mítico de un barrio marginal, que hoy día tiene un altar donde los pibes chorros le rinden culto. Entonces desde el taller salgo para entrar al pasado, al barrio de los monoblocks, que voy construyendo con maderas y herramientas de taller. Asimismo la Sombra precede a la presentación formal del Kuky, como también su mito se presenta antes de que el personaje aparezca en escena.
-¿Cómo es la relación entre los directores, el actor, los objetos y la puesta?
-Al escribir y actuar la obra yo mismo, necesito una dirección, alguien que vea lo que hago, lo transforme, proponga y ayude a decidir y a plasmar lo que tengo en la cabeza. En un principio trabajé con la dirección de un amigo, compañero de teatro de sombras y de la escuela de titiriteros: Sergio Scarone; con el la fui armando, yo le mostraba lo que tenia y lo íbamos puliendo, a la par yo construía los títeres y escribía. O tenía una imagen en la cabeza y justo me encontraba un elemento en la calle que me disparaba una idea y la incorporaba a la obra. Después del primer estreno en el Teatro Regio en el marco de trabajos finales de la escuela, se sumó Gabriel Fernández con sus aportes obsesivos y precisos en los tiempos y formas, ahí la preparamos e hicimos crecer para presentarla en el festival de Títeres para Adultos del año pasado. Dentro de la relación de los objetos, sombras, títeres y actuación y puesta, la técnica es fundamental para la edición de los lenguajes.
Tanto a Gabriel como a Sergio los conozco desde mis inicios en el teatro de sombras en “La Opera Encandilada” y el espacio “el Archibrazo”. Hoy en día junto con Gabriel y otros dos compañeros trabajamos también en “Soma” una compañía de teatro de sombras y objetos con la que estamos organizando el próximo encuentro de teatro de sombras en la Ciudad de Rosario, armando talleres y creando un par de nuevas producciones.
-El teatro de objetos está a medio camino entre el teatro convencional o experimental y los títeres, eso lo convierte quizás en un género bastardo...
-No, yo creo que es al revés, al que se bastardea es al títere, el teatro de objetos esta más ligado a lo experimental, a la vanguardia. Yo disfruto de hacer lo que hago, me revindico como titiritero, vengo de la plástica, de ahí me enganche con el teatro de sombras, después con las demás técnicas de títeres y la actuación vino con el teatro de objetos. Son todos lenguajes escénicos. Hoy en día no me veo produciendo algo sin objetos, títeres o sombras.
-Recientemente han presentado funciones de Xilodrama en el Museo Argentino del Títere y en el Festival de Títeres de Avellaneda, en la provincia de Buenos Aires... ¿Qué impresión les ha quedado de estas funciones?
-Buenísima, hubo mucho interés y apoyo, la gente se sorprende de lo novedoso de la propuesta, por la temática, el mundo que se presenta y la forma de ejecutarla. Nos quedan muchas ganas de hacerla y mostrarla en diferentes ámbitos, recibir devoluciones, encontrarnos con lo que despierta en el espectador y de esa forma terminar de definirla, haciéndola crecer. |